2018 fue el año en que los científicos cambiaron la palabra ‘peligroso’ por ‘catastrófico’.
No me gusta ser catastrofista, dicen algunos, quizá, por temor a ser tildados de extremistas. O de activistas gritones (como dice Bolsonaro). Y las de Trump, mejor dejarlas (por obvias y gritonas). Pero 2018 fue el año en que, por primera vez, los científicos cambiaron la palabra ‘peligroso’ por ‘catastrófico’. Sirva esta época navideña (háganme el favor) para registrar el dato: Informe especial 1,5, IPCC, 2018.
Peligro significa posibilidad de riesgo o amenaza. Catástrofe es otra cosa: gran destrucción, pérdida de vidas y bienes materiales, colapso. Bolsonaro no es un peligro. Es una catástrofe si insiste en explotar el Amazonas en lugar de conservarlo. La deforestación allí ya no es un peligro, sino una catástrofe. Provocada, inducida y ejecutada por criminales. “Enemigos de la humanidad entera”, dijo una vez Belisario Betancur, sea este mi homenaje. Trump (de quien, ya lo dije, mejor no hablar en Navidad) es un peligro si insiste en desconocer la ciencia, pero es probable que de ahí no pase debido a la responsabilidad de los ciudadanos de su país, especialmente los empresarios.
La categoría de ambientalista es más cercana a la ciencia que al alarmismo: los findemundistas. Esto no se acaba, pero habrá catástrofes. El diálogo con empresarios resulta estimulante, precisamente por el manejo del riesgo. En eso consiste hoy, en buena medida, la sostenibilidad. En el reconocimiento de la realidad y la actuación responsable. Haber hablado con ellos por treinta años me ha permitido ver la evolución de esta noción: de la negación a la certeza, del utilitarismo a la responsabilidad. Con excepciones como el fracking (peligroso), pero la tendencia es la acción por el clima. Vean ejemplos: http://there100.org/
La palabra ‘catástrofe’, incorporada en nuestra hoja de ruta, debería hacernos ciudadanos activos. Si somos capaces de reaccionar y tomar medidas ‘rápidas, sin precedentes y de gran alcance’, antes de 2030, evitaremos una catástrofe en cascada.El desafío es monumental y difícil, pero posible. Y la responsabilidad no es exclusiva de los gobiernos. Todos debemos enterarnos de los nuevos datos de la ciencia y actuar ya para cambiar, como lo pidió Holderlin hace dos siglos: todo en todas partes. Feliz Navidad. Y apenas empiece enero tocará hablar del fracking, confiando en que ‘la comisión’ tenga en cuenta los riesgos y recomiende precaución.
@GuzmanHennessey
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