El componente ecológico será decisivo para recuperar las economías tras la crisis del coronavirus.
Por:Antonio Albiñana 31 de mayo 2020 , 12:59 a.m.
Al igual que se abrió camino la expresión ‘nueva normalidad’ para introducir la situación poscovid-19, son muchos los analistas, organizaciones y gobiernos que, ante la relación estrecha de la pandemia con la amenaza que sufre la humanidad en materia climática, concluyen con la necesidad de un ‘green new deal’, en la recuperación de las economías que vendrá después, parafraseando al New Deal (nuevo trato) con que la presidencia de Franklin D. Roosevelt intentó combatir la Gran Depresión que sacudió en los años 30 a Estados Unidos: medidas para sostener a los más desfavorecidos, leyes de protección social y redinamización de la economía en diversos frentes.
La ‘nueva normalidad’
Ahora se trata de poner en marcha en todo el mundo una tarea imprescindible para construir con bases firmes el mundo que vendrá después de la pandemia, con un componente ecológico decisivo.
Como se ha señalado desde diferentes medios internacionales, la necesidad de atajar la crisis sanitaria y la emergencia climática son una sola y conducen a una recuperación verde de nuestras sociedades, que comenzará con una lucha global contra el cambio climático en un mundo poscoronavirus, una tarea compleja que exigirá cambios a todas las escalas, hasta llegar, como pide el diario británico ‘The Guardian’ a “un pacto ecológico que ponga la economía al servicio de la humanidad”. Para el profesor Innerarity, la crisis ecológica, que se solapa con la sanitaria, tiene una complejidad sistémica: “Hay crisis climática porque la interacción de nuestros comportamientos en términos de consumo, movilidad y producción industrial genera un resultado final catastrófico”.
Y lo primero que proponen todos los expertos en la batalla contra el calentamiento global es poner fin a las viejas políticas energéticas saliendo de la economía del carbono. ‘The Economist’, un semanario nada subversivo, da algunas pistas de reflexión: “Poner una tasa sobre las energías fósiles y una tasa de carbono, permitiendo crear un círculo virtuoso de inversiones, de empleo y de transición ecológica”. Claro que para todo eso hace falta un acuerdo global.
En cuanto a la naturaleza, la Unión Europea acaba de lanzar un Plan Verde para plantar 3.000 millones de árboles, reducir el uso de pesticidas a la mitad y conseguir que la agricultura ecológica cubra como mínimo el 25 % de la superficie total cultivada en el continente. En España, la región europea más expuesta al calentamiento global, el Gobierno va a lanzar una “ley de cambio climático” como vía a la salida de la crisis del coronavirus: un camino para desenganchar el país de los combustibles fósiles. Se prevé que en 10 años el 70 % de la electricidad se produzca con energías limpias, porcentaje que deberá ser del 100 % en 2050. En 2040 solo habrá coches sin emisiones contaminantes. Como señala la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera: “Se trata de cumplir con los jóvenes, que no quieren heredar hipotecas que no les tocan”.
P. S. Me comenta Noam Chomsky el proyecto de crear una Internacional Progresista, en la que figura como impulsor a partir del The Sanders Institute y del Movimiento por la Democracia en Europa (Diem-25) y al que apoyan personalidades internacionales como Naomi Klein, Arundhati Roy o Celso Amorim, con la coordinación por el momento del exministro de Economía de Grecia Yanis Varoufakis. La idea inicial es agrupar energías a nivel mundial y promover alternativas para una salida humana y ecológica de la actual crisis global. La presencia de Chomsky y las personalidades que apoyan el proyecto excluye cualquier manipulación política partidista. Se diseña una asamblea mundial, por celebrarse en septiembre en mi querida Islandia, cuya primera ministra, Katrin Jakobsdottir, es una de las fundadoras del proyecto de la Internacional Progresista. Los lectores que deseen más información sobre la iniciativa pueden conectar con el correo: www.progressive.international.org.
ANTONIO ALBIÑANA
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