James Hansen (1941) es un científico conocido como el “padre del cambio climático”. Trabaja en el tema desde la década de 1970 cuando hizo su tesis doctoral sobre el clima de Venus de la mano del físico, también estadounidense, James Van Allen.
En un artículo publicado en la prestigiosa revista Science, en 1981 advirtió como “el calentamiento por dióxido de carbono se destacaría entre todas las variables del clima natural cerca del año 2000.
En el que históricamente es el más cálido del verano en Washington, el 23 de junio de 1988, James Hansen testificó ante el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado de los Estados Unidos.
“Delante de 15 cámaras de televisión, en un cuarto lleno de periodistas, en el calor sofocante de la sala de audiencias, secándose el sudor de la frente, Hansen dijo:
«La Tierra es más cálida en 1988 que en cualquier otro momento en la historia de las mediciones instrumentales. Hay sólo un 1% de probabilidad de que un calentamiento de esta magnitud sea fortuito… Se ha detectado el efecto invernadero, y está cambiando nuestro clima».
Pero otros científicos también habrían estimado lo que sucedería con el calentamiento global en distintos trabajos científicos.
Stephen Schneider (1945-2010), quien publicó Global warning (1989), Crispin Tickell (1930), autor de Climate change and world affairs (1986) y Jonathon Porritt, Seeing green (1984).
Veinte años después, El 23 de junio de 2008, Hansen es nuevamente invitado al Congreso de los Estados Unidos.
El científico, director del NASA Goddard Institute for Space Studies, un laboratorio del Goddard Space Flight Centerllí, se limitó a repetir lo que planteó veinte años atrás. No obstante por los datos estremecedores, actualizó su llamado a la urgencia.
Dijo Hansen: “Una vez más ha crecido la brecha entre lo que la comunidad científica pertinente entiende sobre el calentamiento global y lo conocen los políticos y la población.
Hoy, como entonces, la evaluación franca de las concusiones científicas, estremecen a la clase política.
Hoy, como entonces, puedo afirmar que estas conclusiones tienen una certeza superior al 99 por ciento.
La diferencia es que hoy hemos malgastado ampliamente el tiempo para la programación de acciones necesarias para desactivar la bomba de tiempo que es el calentamiento global.
El próximo Presidente [que sería Barack Obama] y el Congreso [que se conformó en su mayoría demócrata], deben definir un rumbo de los Estados Unidos en el 2009 y ejerce el liderazgo de acuerdo con nuestra responsabilidad en la peligrosa situación actual.
De lo contrario se convertirá en impracticable limitar el dióxido de carbono atmosférico, el gas de efecto invernadero producido por la quema de combustibles fósiles, a un nivel que impide que el sistema climático traspase los puntos límite que conducen a los cambios climáticos desastrosos en una espiral dinámica fuera del control de la humanidad”.
En mayo del 2014, liderados por James Hansen, 14 científicos de todo el mundo suscriben el documento: The Case for Young People and Nature: A Path to a Healthy, Natural, Prosperous Future.
En este se plantea un nuevo punto de referencia en el cambio climático debido a que establece las eventuales posibilidades para reaccionar con que aún cuenta la humanidad.
El climatólogo dejó su trabajo en el Instituto Goddard de la NASA en 2013 a los 74 años y asumió el activismo climático en la organización 350.org
En los últimos años ha sido detenido varias veces frente a la Casa Blanca, mientras protestaba contra el oleoducto entre Alberta y Texas. (Ver: ¿Soy un activista por preocuparme del futuro de mis nietos? Sospecho que sí).
Actualmente es profesor del Earth Institute de la Universidad de Columbia (New York).
Recientemente se refirió al Acuerdo de París (2015) como “un fraude y una farsa”.
En declaraciones a ‘The Guardian’ Hansen calificó el contenido del Acuerdo como «una suma de palabras y de promesas, sin acciones concretas».
Subrayó que era «una excusa que tienen los políticos para poder decir: tenemos una meta de dos grados e intentaremos hacerlo mejor cada cinco años».
Se lamentó de que el texto no mencione por su nombre al auténtico causante del problema: las energías fósiles.
Defendió la necesidad de gravar impositivamente al carbón y al petróleo, y en menor medida al gas. (Ver: James Hansen, father of climate change awareness, calls Paris talks ‘a fraud’).
Es inspirador porque es un científico que aporta un novedoso enfoque humanista de la acción climática para defender el futuro de la vida.
Ha guiado al mundo hacia una sociedad sostenible, denunciando la inacción de los gobiernos centrales, empezando por el de su propio país, los Estados Unidos.
Se había retirado del debate público hacia 2009, pero el nacimiento de sus nietos lo hizo regresar para escribir su libro titulado Storms of my Grandchildren (Tormentas de mis nietos).
En su libro plantea que la única salida para la actual crisis que vivimos es poner un impuesto progresivo a las empresas productoras de energías fósiles para que les resulte tan caro producir carbón o petróleo que opten por invertir en energías limpias.
También, que los ciudadanos deben ser sancionados indirectamente en función de la cantidad de dióxido de carbono que conlleve el consumo de sus bienes o servicios.
Para KLN resulta inspirador que un científico de tal valía haya insistido en señalar, en numerosas intervenciones, que el problema del cambio climático es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los gobiernos centrales, con lo cual puede considerarse también un pionero de la acción de “los actores NO estatales” que se oficializó en la COP 21 de París. (Ver: Portal NAZCA. Agenda de Acción Lima París).
Hansen es conocido por sus investigaciones en el campo de la climatología. Su testimonio sobre el cambio climático a los comités del Congreso de los Estados Unidos en la década de 1980 ayudó a difundir la cuestión del calentamiento global y su defensa de medidas para limitar los impactos del cambio climático. Así, en junio de 1988 realizó una de las primeras afirmaciones públicas de que el calentamiento causado por el hombre ya había afectado considerablemente el clima global.2
En dicha aparición pública, Hansen dijo: «El calentamiento global ha alcanzado un nivel tal que podemos atribuir con un alto grado de certeza una relación de causa y efecto entre el efecto invernadero y el calentamiento observado.»3
Posteriormente, en un documento de 2007, Hansen postula que 350 ppm (partes por millón) de CO2 en la atmósfera es el límite superior seguro para evitar un punto de inflexión climático. Esto le lleva a afirmar que ese punto ya se habría alcanzado, debido a que los niveles de dióxido de carbono en la actualidad ya han superado los 392 ppm. «Un mayor calentamiento global de 1 °C define un umbral crítico. Más allá de que probablemente veremos cambios que hará de la Tierra un planeta diferente del que conocemos.»4
En diciembre de 2013, Hansen ha publicado en la Public Library of Science junto con otros 18 autores, un informe sobre los objetivos de la ONU contra el cambio climático. El informe indica que «incluso si se cumpliesen los objetivos fijados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático para mantenerse por debajo de los 2 grados de incremento global de las temperaturas, los autores creen que los daños serían inaceptables.»5
James Hansen ha recibido junto con el climatólogo Syukuro Manabe el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático en su IX edición (2016) por crear de manera independiente los primeros modelos computacionales para simular el comportamiento del clima, y además predecir acertadamente, hace ya décadas, cuánto subiría la temperatura de la Tierra por el aumento del CO2 atmosférico. Hoy en día los científicos se basan en decenas de modelos climáticos para predecir la evolución del clima, y todos estos modelos son herederos de los modelos de Hansen y Manabe.
En los últimos años, Hansen también se ha convertido en un activista en pro de mitigar los efectos del cambio climático, que en algunas ocasiones le ha llevado a ser detenido.6
Entre sus acciones públicas se pueden citar su fuerte oposición pública a la explotación de las arenas bituminosas de Canadá, así como a la construcción del oleoducto Keystone XL entre Canadá y el Golfo de México