Las empresas que deseen sobrevivir a la crisis climática en marcha deben entender, más temprano que tarde, que esta amenaza le cuesta hoy a la economía del mundo más de 150 mil millones de dólares cada año, lo cual repercute en las economías locales; por lo tanto, si las empresas quieren seguir actuando en esas sociedades deben adaptar sus modelos de negocios a esta nueva realidad y contribuir con la adaptación de la sociedad para amortiguar los efectos de la crisis sobre la economía.

La incorporación de una estrategia de generación de valor sostenible estimula la religación del sentido de las empresas con las sociedades en las cuales actúan. Propende con el alineamiento de los anhelos de las personas con los intereses y las metas de las empresas y estimula una actuación solidaria para hacer frente a la amenaza climática. Se trata, en últimas, de restaurar el tejido ecológico deteriorado, en el que está inserta la empresa (Capra, 1992) y facilitar una economía regenerativa que transforme la sociedad actual en una sociedad sostenible (Senge, 2009).

A este proceso llamó David Korten (2010), fundador de la red Business Alliance for Local Living Economies, la “épica transformación institucional”; un esfuerzo ambicioso y de largo plazo mediante el cual las empresas se comprometen con reducir el consumo agregado, invertir en la regeneración del capital viviente (natural y social), fundamento de la verdadera riqueza, acelerar las innovaciones sociales, la adaptación y el aprendizaje mediante el fomento de la diversidad cultural, redistribuir el poder financiero para alcanzar una distribución de la riqueza más equitativa, que sostenga de verdad la vida y procure por el incremento de la eficiencia económica global mediante la reasignación de recursos materiales de los usos perjudiciales a los benéficos.

Un factor alineado con la incorporación de las externalidades es la comunicación de estas a la sociedad. Divulgar la gestión climática mediante la publicación de informes de sostenibilidad es una práctica reciente de las compañías líderes; no obstante, estos informes no suelen ser conocidos por la mayor parte de los grupos de interés de esas corporaciones. En la actualidad, se impone la necesidad de pasar de los informes de sostenibilidad a los relatos de sostenibilidad, en los cuales las empresas explican en lenguaje sencillo sus programas, sus metas y sus datos.

Algunas compañías van más allá de los informes clásicos, como el Dow Jones Sustainability Index y el Global Reporting Iniciative, y se atreven a comunicar balances de pérdidas y ganancias ambientales, a la manera de los informes de contabilidad. Programas como Responsible Care de la industria química de Canadá (1987) fueron pioneros en esta tendencia. Allí, en el “valle químico” de Ontario, un grupo importante de líderes se reunió recientemente para plantearse una transición energética biohíbrida, capaz de reemplazar petróleo y gas por combustibles biológicos.

Otros ejemplos son la iniciativa internacional Carbon Disclousure Project (CPD) que funciona como una especie de gremio de la divulgación de la sostenibilidad (tiene más de 3000 compañías asociadas). También hay consultoras, como Trucost PLC, que evalúan el alcance de las externalidades de las corporaciones, lo cual está relacionado con la cada vez mayor aceptación de los consumidores de bienes y servicios no solo sostenibles, y de igual forma, publican sus balances (casos ABC de Manhattan y Rainforest Aliance). La Accounts Modernization Directive (AMD) de la Unión Europea (2005) podría ser un antecedente de lo que pueden ser estos relatos. Esta directiva exige un informe mejorado a los directores, que debe incluir, además de los indicadores financieros, un análisis justo del desarrollo y el desempeño de los negocios, el cual contemple un examen de indicadores comparados y ofrezca información comentada sobre asuntos ambientales.

En la COP 21 se fortaleció la iniciativa Caring for Climate (C4C) un Pacto Mundial de las Naciones Unidas, el PNUMA y la Secretaría de la Cmnucc para potenciar el papel de las empresas a la hora de afrontar el cambio climático. Proporciona un marco para que los directivos de las empresas apliquen soluciones prácticas y ayuden a orientar las políticas públicas.

Caring for Climate está trabajando para ampliar sus iniciativas mediante más de ochenta redes locales del Pacto Mundial y sus propios socios estratégicos: Proyecto de Divulgación de Emisiones de Carbono (CDP), The Climate Group, Principios para la Inversión Responsable (PRI), la Fundación de las Naciones Unidas y el Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible (Wbcsd) (Cecodes en Colombia).

 

El Foro Empresarial de Caring for Climate se celebra cada año en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP/CMP). Es un evento de 2 días con sesiones plenarias, sesiones temáticas por grupos y una reunión de alto nivel. En aras de la transparencia y la divulgación, C4C emite un informe anual sobre los progresos realizados haciendo un seguimiento del progreso de los signatarios en lo que se refiere a los compromisos establecidos en la Declaración de C4C. Hasta la fecha, Caring for Climate cuenta con más de 450 medianas y grandes empresas participantes situadas en 65 países y que representan a 30 sectores.

 

Los directores ejecutivos que respaldan Caring for Climate están dispuestos a establecer metas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, a elaborar y ampliar estrategias y prácticas, a trabajar en colaboración con otras empresas y gobiernos, y a informar y hacer públicas anualmente las emisiones y su efecto en el clima. Para asociarse es necesario que el director ejecutivo respalde la declaración de C4C.

 

Las compañías están llamadas a liderar el gran cambio si convocan a ciudadanos y a gobiernos locales, trabajando más estrechamente con la academia. Se hace indispensable coordinar entre toda una estrategia común de responsabilidad que trascienda los aspectos sociales y ambientales, y cuya primera etapa quizás consiste en identificar correctamente las externalidades e incorporarlas al balance social, económico, ambiental y humano de las empresas, en forma de nueva hoja de ruta hacia el futuro.

 

Las empresas, en síntesis, tienen una nueva oportunidad de demostrar su responsabilidad a partir del Acuerdo de París, pueden ayudar a los gobiernos locales a formular e implementar sus planes de adaptación y mejorar el desempeño de sus países y el cumplimiento de sus compromisos de reducción de emisiones, mediante políticas y planes de acción orientados a generar una gestión menos intensiva en carbono.